Narrar aquello que quieres decir no resulta sencillo, y de eso se da cuenta cualquiera aun sin ánimo de crear. 

Antes de empezar, es bueno que tengas clara la idea de lo que vas a contar. Puede que hayas comenzado tu historia con una idea y que al escribirla y comenzar a desarrollarla aparezca otra, y que sea esa precisamente la que acabes desarrollando y desechando la inicial. Y es que no debes olvidar que escribiendo también se busca la idea. 

En caso de que tengas en mente la historia antes de iniciar la escritura, puedes tomar algunas notas que te serán de gran ayuda cuando estés creando, o bien hacer un esquema con los conceptos básicos que tienes en mente. 

Además de tomar nota sobre la historia, puedes anotar algunas características de los personajes que piensas incluir en el relato, e igualmente puede ser útil que planifiques las partes. 

Hay dos puntos esenciales que debes tener en cuenta cuando vayas a contar una historia, ya esté planificada o no: 

- La universalidad

- La verosimilitud

La universalidad

Es un concepto que toda historia debe tener, no puedes caer en lo anecdótico sin más. Detrás de una anécdota ha de haber algo que vaya más allá, pues de lo contrario el texto perdería valor. 

Quiere decirse que cuente lo que cuente, la historia debe superar lo anecdótico, trascenderlo para que adquiera cierta universalidad. 

Si quieres que tus textos sean literarios, éstos han de poder ser leídos en cualquier lugar y tiempo y por cualquier persona. A esto se refiere el concepto de universalidad. 

La verosimilitud

Debes tener siempre presente que la historia, además de universal, debe ser convincente, creíble: debe serlo hasta tal punto que el lector se implique y olvide que en realidad está leyendo ficción. Debe intentar que el lector viva la historia ya que esta será una de las más grandes metas del escritor. 

Para hacer los textos más verosímiles, es necesario recopilar ciertas informaciones, una documentación. 

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