Ser novelista implica que leas mucho, escribas mucho y tires mucho a la papelera. Pero además, si deseas escribir, debes prestar atención al mundo que te rodea en todo momento. La chispa suele encenderse de modo inesperado, salta y enciende la memoria, las evocaciones. Esto te comprometerá a darle forma novelesca y a conseguir tu complicidad.

Entre estas actitudes están:

- Presta atención. Estate atento a las sensaciones espontáneas que produce una observación casual y también a las provenientes de la observación dirigida e impuesta. Tienes que profundizar en la observación, pero no para copiar directamente, sino para destilar lo que observas a través de sus sentidos.

- Espía constantemente. Mira y mira, como si sospechases que vas encontrar algo especial, que finalmente hallas porque consigues transfigurarlo, y lo reinventas.

- Actúa como una cámara oscura. Debes tratar de captar todo, pero debes incluir solo lo sugerente o lo funcional.

- Lleva una libreta. Una herramienta que debes llevar siempre es una libreta. Al iniciar la novela no es conveniente que consultes lo escrito constantemente, sino acumular palabras, frases, datos. Es importante que releas lo escritor después de un tiempo y establezcas conexiones, es lo más útil. Relee cuando lleves ya tiempo elaborando el relato y sabrás así qué puedes incorporar y qué debes eliminar.

- Descarta lo no pertinente. Cuando tu campo de ideas está demasiado poblado, es posible que estéa cometiendo un error. Cuando escribes un episodio ingenioso, una frase muy lograda, una atractiva situación entre dos personajes, pero que no encaja en el conjunto y que entorpece y desvía la lectura, debes eliminarlo sin contemplaciones.

- Lee mucho. Leer a los maestros, sobre todo a los clásicos. Y lee no solo novelas, sino libros científicos, de psicología, de física, de historia, de poesía.

- Debes saber preguntar. Has de hacerte preguntas frente al panorama observado y a los elementos que lo componen: personas, objetos, paisajes, movimientos. En una segunda etapa debes interrogar a los elementos incorporados al texto. La pregunta es el antídoto del bloqueo.

- Elabora suficientemente la idea. Debes dejar de sedimentar la idea generadora, has de tomarse un tiempo de reflexión para que adquiera consistencia o multiplique sus vías productivas y se afirme en tu mente.

- Se preciso.

- No confíes en la primera escritura. A menudo, los principiantes dan por concluido muy pronto un capítulo y se fían de una especie de inspiración, mientras que los consagrados suelen afirmar que con cada publicación se vuelven más exigentes: desconfían, intuyen, analizan y reescriben.

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